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II Domingo de Pascua. Domingo de la Divina Misericordia

El domingo pasado celebramos la Resurrección de Jesús (algunos lo hacían ya en la Vigilia Pascual) y hoy, a los ocho días, la volvemos a celebrar y así lo seguiremos haciendo todo el año, no solo en este tiempo de Pascua. Pues, después de ese acontecimiento, no tenemos otra cosa que celebrar los cristianos. 

Hoy parece como si las lecturas nos quisieran transmitir una “catequesis del domingo cristiano”. Y el fundamento de esta celebración semanal de la Resurrección en el domingo, lo encontramos en dos de las lecturas que hemos escuchado en la liturgia de este día.

El Apocalipsis -palabra griega que significa “revelación”- se puede decir que es el libro de la Iglesia en lucha y en camino, que ya a fines del siglo primero, en la cruel persecución del emperador romano Domiciano, tiene ya amplia experiencia de lo que son las dificultades, pero que vive en la esperanza y ve segura ya su participación en el triunfo definitivo del “Cordero”, Cristo.  En la segunda lectura tomada de este libro se nos presenta al Resucitado como gran sacerdote (los vestidos descritos corresponden a los del sumo sacerdote del Antiguo Testamento) que se acerca a Juan para proclamar su victoria sobre la muerte. El texto bíblico lo expresa así:  “Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía….Yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo”

Y el evangelio de Juan nos presenta a Jesús resucitado que se aparece a los discípulos el domingo de la Resurrección y al domingo siguiente, A los ocho días… llegó Jesús”. Vuelve Jesús resucitado para curar la duda de Tomás y lo hace un domingo. Esa duda de Tomás nos es especialmente útil a nosotros, pues le permite decir a Jesús resucitado: “Porque me has visto, Tomás, has creído: dichosos los que crean sin haber visto. Y porque el hombre moderno se ve reflejado en Tomás que exige pruebas para creer, pero como ya decía J. Ratzinger en su libro de juventud Introducción al cristianismo, “en todo creyente hay un ateo oculto, pero también en todo ateo hay un creyente oculto”. Y el cardenal Newman dice: “ que la fe es la capacidad de soportar las dudas”. Pues la fe no llega a través de razonamientos, ni de pruebas; sino como la gracia de un encuentro personal con el Resucitado, que tiene lugar de una manera privilegiada en la celebración de la Eucaristía del domingo, “día del Señor”, en el que se reúne la comunidad cristiana.

Por lo tanto, el domingo, es para la Iglesia, el día de un encuentro privilegiado con Jesús resucitado, que nos transmite la Paz y la Alegría. Nos envía al mundo con la Misión que el mismo recibió del Padre, equipados con el Espíritu Santo, para anunciar que los pecados han sido perdonados con su Muerte y Resurrección. Esta es la razón por la que san Juan Pablo II eligió este domingo como “el domingo de la divina misericordia”, que instituyó el año 2000 en la canonización de sor Faustina. La misericordia divina que se manifiesta en la resurrección de Jesús que responde a la pasión  y muerte de esa manera, es la que nos permite decir lo que aparece en el cuadro que Jesús le mandó pintar a sor Faustina: “Jesús, confió en ti”.

Autor: P. Javier Barrio, msc

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