
V Domingo del Tiempo Ordinario
Hoy Jesús en el Evangelio quiere compartir con nosotros lo más importante que tiene, lo más preciado, lo más valioso: Su Misión. La quiso compartir con Pedro, con Santiago y con Juan, como hemos leído en el Evangelio. La quiso compartir con el resto de los apóstoles…hemos visto en la 1ª lectura como Dios compartió con Isaías la tarea de proclamar su mensaje. ¿Por qué? ¿Por qué quiere Dios hacernos partícipes de su plan de salvación para toda la humanidad? Porque compartir es nuestra mayor riqueza. Y ese es el lema de campaña de Manos Unidas contra el hambre este año. Compartir es nuestra mayor riqueza…compartir, hacer partícipes a los demás de algo que tenemos… sólo desarrollando y viviendo una cultura del compartir, podemos combatir eficazmente la pobreza. Porque si podemos compartir es porque estamos en una situación mucho mejor que muchas personas. ¿Somos conscientes de lo bendecidos que somos por haber nacido donde hemos nacido, de vivir donde vivimos? Hay un pequeño escrito que circula por Internet desde hace mucho tiempo que quizás hayáis visto o leído, que en su día me hizo pensar: «Si tienes comida en tu refrigerador, ropa en tu espalda, un techo sobre tu cabeza y un lugar para dormir eres más rico que el 75% del mundo. Si tienes dinero en el banco, en tu billetera y algunas monedas de cambio, te encuentras entre el 8% de los ricos del mundo. Si te has levantado esta mañana con más salud que enfermedad eres más afortunado que millones de personas que no sobrevivirán esta semana. Si nunca has experimentado los peligros de la guerra, la agonía de la prisión o tortura, o las punzadas de horribles hambrunas, eres más afortunado que 500 millones de personas con vida y el sufrimiento. Si puedes leer este mensaje, eres más afortunado que 3 billones de personas en el mundo que no pueden leer en absoluto.» Compartir es nuestra mayor riqueza, porque para compartir no es necesario ser rico, sólo hay que ser generoso. Como la viuda pobre que dio unos céntimos en la limosna del templo, todo lo que tenía. Eso es lo único que pide de nosotros Dios, que pongamos lo que tenemos a su disposición para ayudarle en su misión. No nos pide imposibles, no espera milagros de nosotros, de eso se encarga él. El hace la multiplicación de los panes y los peces, pero ¿¿cuánto es algo multiplicado por cero?? Si no ponemos nuestros panes, nuestros peces, nuestros talentos, al servicio de los demás, él no puede multiplicarlos. El transforma el agua en vino, el vino en su sangre, el pan en su cuerpo, pero necesita el agua, necesita el vino, necesita el pan…nos necesita a nosotros. Te necesita. A ti y a mí! Ante esa realidad nuestra primera reacción puede ser la de Pedro, la de Isaías en la primera lectura, la de Moisés, la de Ezequiel y la de muchas personas a las que Dios ha llamado antes a lo largo de la historia para que colaboren con su plan. “Apartate de mí, que soy un hombre pecador” … traducido al lenguaje de hoy: ¿perdona? ¿está seguro? ¿Sabes con quien está hablando?, consúltalo con la almohada, anda. Piénsalo mejor…es normal sentirse así, sentirse débil, indigno, pecador, etc. Pero eso a él no le importa. Ante nuestros reproches, justificaciones y excusas para no hacer su trabajo nos responde: sí, lo sé, ¿y qué?… no tengas miedo. No tengamos miedo, nos lo dice 366 veces la Biblia. Una para cada día del año.
Que nuestro pecado, que nuestra debilidad, que nuestra fragilidad no nos impida acercarnos a Dios. No lo utilicemos como excusa para no colaborar con él. Apartate de mi Señor, le dice Pedro. Esa es una de las primeras oraciones no respondidas de la historia. O respondida de la manera que no esperamos. No tengas miedo. Yo sétodos tus defectos, pero también se todo de lo que serás capaz de hacer si me dejas actuar en mí. Eso que se lo dice a Pedro, eso que se lo dice a Isaías en la primera lectura, te lo dice a ti, y me lo dice a mí.
Permitidme concluir con unas breves palabras de ánimo que encontré en Internet hace tiempo que creo resumen a la perfección lo que nos quiere transmitir el Evangelio y las lecturas de hoy: La próxima vez que pienses que Dios no puede usarte, sólo recuerda que….Noé era un borracho, Abraham era demasiado viejo, Isaac era un soñador, Jacob era un mentiroso, Leah era feo, José fue abusado, Moisés tartamudeaba, Gedeón tenía miedo, Sansón tenía el pelo largo y era un mujeriego, Rahab era una prostituta, Jeremías y Timoteo eran demasiado jóvenes, David fue un adultero y un asesino, Elías tuvo sentimientos suicidas, Isaías predicó desnudo, Jonás huyó de Dios, Naomi era una viuda, Job lo perdió todo, Pedro negó a Cristo. Los discípulos se dormían mientras rezaban, Marta se preocupaba por todo, María Magdalena era promiscua, la mujer samaritana estaba divorciada…más de una vez… Zaqueo era demasiado pequeño, Pablo era demasiado religioso, Timoteo tenía una ulcera… ¡Y Lázaro estaba muerto! ¡Ahora, no hay más excusas! Dios puede usarte con todo tu potencial Tú no eres el mensaje, tan solo el mensajero… ¿Y tú? ¿Cuál es tu excusa? ¿Cuál es nuestra excusa?