
Domingo XVI del T.O.
Si fuésemos uno de esos memes de Julio Iglesias que circulan por Internet seríamos el “Julio se acaba”. Sólo nos queda un domingo más de julio. Se acerca agosto, muchos quizás os iréis a disfrutar unos días fuera, y la Iglesia con las lecturas de hoy nos invita a reflexionar un poco sobre el descanso. Porque el descanso es necesario. Jesús invita a sus discípulos en ocasiones a sentarse a descansar después de enviarles de misión. Jesús pasaba tiempo a solas para descansar. Dios descansó en el 7 día. En el Evangelio del pasado miércoles nos invitaba a venir a él para encontrar descanso. El descanso es necesario. Porque el descanso es un lugar privilegiado para encontrar a Dios, para escucharle. Fijaos en la primera lectura. Fijaos en qué contexto se le apareció el Señor a Abraham. Descansando. Literalmente, “mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día” No estaba haciendo nada. Y cuando se da cuenta quién es, “CORRIÓ A SU ENCUENTRO”, SE POSTRÓ en tierra y le pide que se quede, que no pase de largo. Y le ofrece HOSPITALIDAD. Y el Señor, presente en esos tres hombres, le promete a cambio que su mujer Sara quedará embarazada, tendrá un hijo. Dios habla en el silencio, Dios cumple promesas en los momentos de pausa, en los momentos de descanso, necesitamos parar. Pero me podéis preguntar, ¿qué diferencia hay entre Abrahán y Marta? ¿Acaso Marta no ha mostrado también hospitalidad, recibiendo a Jesús en su casa? ¿Pendiente de él, como Abrahán estuvo de sus invitados, que les lava los pies, les trae agua, prepara unas tortas? ¿Por qué a uno lo premia con un hijo, y a Marta la “medio-regaña” con cariño por estar pendiente de muchas cosas, afanada con los muchos servicios? Yo creo que la diferencia está en la atención que le presta a Jesús. Fijaos que lo recibe en su casa, para luego seguir con lo suyo. Lo ignoró. “Pasó de él”, si me permitís la expresión. Y a veces esa puede ser nuestra actitud con él. Cada vez que comulgamos lo recibimos en nuestra casa, en nuestro corazón. ¿Cómo lo tratamos en ese momento? ¿Somos conscientes de su presencia? ¿Pasamos tiempo con él? Es fácil caer en el error de Marta, es fácil hablar mucho de Dios, pero poco con él. Es fácil trabajar por él, hacer cosas en su nombre, pero vivir como si no existiese…apartaos de mí, no os conozco…pero Señor, ¿no expulsamos demonios, curamos enfermos y predicamos en tu nombre? No os conozco, porque habéis pasado poco tiempo conmigo. A veces es tentador caer en el activismo, en estar ocupados permanentemente, y pensar que, por todo eso, Dios “nos debe” la vida eterna. Lo digo muchas veces. Dios no quiere nada de lo que hagamos. Nos quiere a nosotros. Cuando Jesús elige a los Doce, nos dice San Marcos, cuál fue su propósito. Leo literal: “Subió al monte y llamó a los que quiso. Cuando estuvieron junto a él, creó un grupo de Doce, PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL Y PARA ENVIARLOS A PREDICAR…Fijaos el orden. Los elije primero para ESTAR CON ÉL, y solo entonces, solo después, enviarles. El trabajo frenético, sin pasar tiempo con él, es ACTIVISMO. ¿Y cuántas veces no estaremos más tiempo del necesario en el trabajo, estudiando en la biblioteca, para huir de nosotros mismos, de nuestro entorno, de lo que nos encontramos cuando nos quedamos en silencio con nosotros mismos…? ¿Cuántas veces habrá esperado Dios encontrarnos descansando, para hablarnos al corazón, para estar con nosotros, y nos ha encontrado preocupados por muchas cosas, cuando sólo una es realmente importante? El trabajo de Marta, sin reconocer la presencia de Jesús en su casa, en su corazón, es ACTIVISMO vacío, hueco, deprimente, estresante, porque no tiene sentido. La vida sin Dios no tiene sentido. En cambio, el descanso con Dios da frutos. Es un descanso activo. Ese es el descanso al que nos invita el Señor hoy, y en este tiempo de vacaciones que vamos a disfrutar antes o después: DESCANSO ACTIVO. DESCANSO EN EL SEÑOR.
Así como el móvil necesita recargar la batería, nosotros necesitamos recargar nuestra batería con el cargador de la oración. Porque sin la batería, sin la oración, sin esa parte que elige María, sin esa hospitalidad que va más allá del servicio, que es reconocer y acoger la presencia de Jesús, de Dios, en nuestra casa, en nuestro corazón, esa parte de Marta que todos tenemos, el móvil, será inútil. ¿De qué sirve un móvil sin batería? ¿De qué sirve la sal si ha perdido el sabor? Mucha gente, cuando reflexiona sobre este Evangelio, tiende a hacerse la pregunta: ¿Quién soy?: ¿Marta o María? ¿Quién debería ser? ¿Por qué preguntarse si uno es Marta o María habiendo como hay los nombres compuestos? Seamos María primero para poder dar sentido a nuestra Marta. Pensemos en el propósito de la llamada de Jesús a los Doce. ¿Por qué les llamó? ¿Para qué les llamó? PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL primero y sobretodo, y luego, solo luego, para enviarles. Que el Señor nos conceda un descanso activo, un descanso con él. Acojámosle en nuestra casa, en nuestro corazón, y hagámosle sentirse bienvenido, no le dejemos esperando en un rincón a que nos acordemos de él. Seamos María para poder ser Marta.
Autor: P. Jaime Rosique msc