
¿Qué es la sinodalidad?

Se celebra en Roma la segunda fase del sínodo sobre la sinodalidad, pero ¿qué es la «sinodalidad»? lo explica el evangelista Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
La sinodalidad es un camino (ὁδός) en el que, como los discípulos de Emaús, se conversa, se parte el pan y se explican las Escrituras «¿No ardía nuestro corazón en nuestros pechos mientras conversaba con nosotros en el camino, cuando nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32). Un camino que nos hace a todos «compañeros de viaje, portadores de Dios, portadores del templo, portadores de Cristo» (Ignacio, Carta a los Efesios 9,2) en la misma senda, en el mismo camino y con la misma tarea que, superando jerarquías y autoritarismos, proclama el mismo acontecimiento: «A este Jesús, Dios lo resucitó y todos nosotros somos testigos» (Hch 2,32). Este camino horizontal (tal porque incluye a todos) nos hace actualizar el acontecimiento de Pentecostés, nos permite hablar una «otra lengua» que se hace comprensible para todos, nos une y se opone a la división de Babel: «Gracias a Dios, yo hablo con el don de lenguas más que todos vosotros; pero en la asamblea prefiero hablar cinco palabras con mi inteligencia para instruir también a los demás, que diez mil palabras con el don de lenguas» (1Cor 14,18-19).
Sólo entonces la experiencia de «Pentecostés-sinodalidad» nos permitirá incluir a todos en nuestro diálogo y, siguiendo el ejemplo de Pablo, navegar por el mar de la historia y de los pueblos alejados de Dios pero en los que hay un templo dedicado a un «dios desconocido» (Ἀγνώστῳ θεῷ) que sólo necesita ser revelado y anunciado (cf. Hch 17). Entonces se hace importante para cada uno de nosotros y para toda la Iglesia no tanto hacer sinodalidad sino ser sinodalidad siguiendo el ejemplo de Pedro y Pablo relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Tendremos que sentir un fuerte deseo de comunicar con nuestro modo de amar ese Amor que hemos recibido, tal y como nos invita constantemente el Papa Francisco: «Ciertamente todos estamos llamados a crecer como evangelizadores […], todos debemos dejar que otros nos evangelicen constantemente […], todos estamos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra, su fuerza, y da sentido a nuestra vida. Tu corazón sabe que la vida no es lo mismo sin Él, por eso lo que has descubierto, lo que te ayuda a vivir y te da esperanza, eso es lo que debes comunicar a los demás» (EG 121).
¡¡¡Feliz viaje interior para ser sinodalidad entre el mar del mundo!!!