
Adviento en musica. III Domingo de Adviento
El Adviento es un tiempo de gozosa espera de la venida del Salvador. Por eso, la música clásica puede ayudarnos a vivir más profundamente este tiempo.
Piezas musicales sugeridas para este Tercer Domingo de Adviento:
Gaudete in Domino, de Giaches de Wert y Rejoice in the Lord (Z49) de Henry Purcell.
El tercer domingo de Adviento se conoce como domingo «Gaudete», que es la primera palabra del texto del Introito (el primero de los elementos del Proprium Missae), pero que también resume el espíritu de este momento concreto del itinerario litúrgico. Al acercarse la fiesta de Navidad, este domingo anticipa ya la alegría que invadirá el mundo con la llegada del Mesías y, también desde el punto de vista musical, era costumbre en muchas realidades religiosas que la prohibición de la música instrumental en Adviento se mitigara con ocasión de esta fiesta.
Era casi una elección obligada, por esta razón, proponer para este domingo una versión musical del famoso Introito que da nombre al domingo. Entre las muchas posibilidades, se eligió la versión breve compuesta por el flamenco Giaches de Wert (1535-1596), famoso por haber estado activo durante muchos años en la corte mantuana de los Gonzaga.
El texto del Introito está tomado de la carta a los Filipenses: «Gaudete in Domino semper, iterum dico, gaudete» [Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres] (Fil 4,4). En la música de Giaches de Wert, las distintas palabras del texto paulino se subrayan con matices diferentes y refinados. El primer «gaudete» se interpreta con un gran número de escalas ascendentes, que dan gran impulso y apertura a la composición; la palabra «semper» se prolonga en cambio, casi como para sugerir la idea de eternidad; la palabra «dico» se propone con un ritmo incisivo que parece hacerse eco de las palabras habladas más que de las cantadas. Pero es sobre todo la última «gaudete» la que queda impresa: aquí, la imaginación del compositor imagina una especie de risa musical que las distintas voces se transmiten unas a otras, en una atmósfera que parece incluir tanto la alegría como el júbilo y la felicidad.
El tema de la alegría también está presente en Rejoice in the Lord, del compositor inglés Henry Purcell (1659-1695), cuyo texto es una traducción inglesa de la misma cita bíblica en la que se basó el Introito de Giaches de Wert. La composición de Purcell es uno de sus himnos más famosos, conocido en el mundo anglosajón como «Bell Anthem», por las alusiones al tañido de las campanas que puntúan la partitura. La pieza comienza con una larga introducción instrumental basada, una vez más, en las escalas -aquí tanto ascendentes como descendentes- con las que los violines y el bajo continuo parecen unirse, casi como si fueran los alegres pasos llenos de anticipación con los que los creyentes se acercan a la gruta de Belén.
A la entrada de las voces, los «pasos» se interrumpen, mientras el ritmo adquiere un carácter de danza, lleno de ligereza y anticipación de una alegría que se vuelve verdaderamente festiva. De nuevo, un largo interludio instrumental parece ampliar la dimensión de la danza y transportar al oyente a un plano de felicidad. A continuación, Purcell cita el texto paulino en un fragmento más largo que el Introito católico, con una sección más ensimismada y austera. A la inversa, el retorno del texto «rejoice» juega aún más que antes con la reiteración de la invitación a la alegría: las palabras «and again» se repiten con un gusto casi infantil.
Sigue una sección en la que se invita al oyente a no inquietarse por nada y a poner su confianza en Dios, cuya paz «sobrepasa todo conocimiento». Esta sección, la más intensa de la pieza, es cantada «a capela» (sin instrumentos) por los cantantes, introducida por una parte de bajo solista bastante larga. Purcell intenta dar aquí un anticipo de la «paz de Cristo» como experiencia interior iluminadora. El siguiente interludio instrumental está lleno de contemplación y concentración. Aún más sorprendente, después de este momento de seriedad, es el retorno de la invitación a regocijarse, primero formulada de una manera más tenue, y luego retomada por el coro completo.
¡Buena escucha y buena meditación!