
Adviento en musica. IV Domingo de Adviento
El Adviento es un tiempo de gozosa espera de la venida del Salvador. Por eso, la música clásica puede ayudarnos a vivir más profundamente este tiempo.
Piezas musicales sugeridas para este Tercer Domingo de Adviento:
Rorate coeli de William Byrd y Canite tuba (Z49) de Francisco Guerrero.
Si el tercer domingo de Adviento se conoce como «Gaudete» por el incipit de su Introito, el del cuarto domingo identifica a su vez la festividad, que se llama «Rorate». A medida que se acerca la Navidad, la expectación se hace más ferviente, más excitada, más tensa y, al mismo tiempo, también más alegre.
«Destilad, cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Abrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia»: la maravillosa invocación del libro de Isaías (Is 45,8), interpretada como una profecía de la venida del Mesías, ha sido una rica y fructífera fuente de inspiración para muchos músicos. Nos fijamos en William Byrd (1540-1623), compositor de inmenso genio y maestría, pero también convencido y profundo creyente católico. Vivió en la época de las persecuciones que la reina Isabel I llevó a cabo contra la comunidad católica, y en particular contra los misioneros jesuitas que habían sido enviados para restaurar Inglaterra al catolicismo, pero contribuyó con su producción a las ceremonias, a menudo clandestinas, de los católicos perseguidos.
El fruto más logrado de este empeño son sus Gradualia, monumentales colecciones de piezas para el Proprium de la liturgia católica, con las que no sólo quiso crear un repertorio completo y coherente de composiciones sacras, sino también animar en la música y la oración a quienes más duramente sufrían la persecución.
No es forzado, por tanto, encontrar huellas de estas experiencias también en la composición que hoy presentamos, en la que la tensión del motivo inicial cantado por las distintas voces parece sugerir una oración que surge del sufrimiento. En la segunda sección («Benedixisti»), la Gracia divina reservada a los hombres de buena voluntad toma la forma musical de un desarrollo más suave, gentil e íntimo, mientras que la doxología («Gloria Patri») parece encontrar un lenguaje más alegre y exuberante. Significativamente, sin embargo, música y texto retoman al final el verso inicial, casi como para cerrar un círculo al situar toda la pieza bajo el signo de la añoranza y la nostalgia.
El español Francisco Guerrero no sufrió persecución como Byrd, pero sin duda tuvo su propia vida aventurera: persona muy religiosa, fue secuestrado por piratas cuando regresaba de una peregrinación a Tierra Santa. El propio Guerrero transmitió el relato de esta aventura en su libro «El viaje a Jerusalén». Su «Canite tuba», antífona para Laudes y Vísperas del cuarto domingo de Adviento, se basa en un texto tomado de Joel (Joel 2,1) e Isaías (Isaías 40,4). La referencia inicial a la trompeta que se tocará en Sión para advertir de la inminencia del día del Señor es interpretada por el compositor en una escritura coral que imita las fanfarria de bronce. En cambio, el anuncio de la venida de Dios «para salvarnos» (ad salvandum nos) se interpreta con soluciones musicales más íntimas y reconfortantes, mientras que las sugerencias visuales ofrecidas por Isaías (enderezar lo torcido o alisar lo áspero) se velan y se vuelven a proponer también en la música.
La invocación «Veni, Domine, et noli tardare» (ven, Señor, y no tardes) está a su vez eficazmente representada por las tensiones entre las partes vocales y entre sus ritmos, que parecen imitar la anticipación y lo que se percibe como un «retraso» de Dios en manifestarse. La conclusión, sin embargo, precisamente porque se basa en esta sensación de tensión, es ya una promesa de la alegría que está a las puertas.
¡Buena escucha y buena meditación!